Las enfermedades isquémicas del corazón incluyen todo lo relacionado con los vasos sanguíneos como cardiopatías coronarias, reumáticas, congénitas, cerebrovasculares, etc. Estas enfermedades crónicas, generan altos costos para su prevención y control, y representan un gran reto para la salud pública en nuestro país. Múltiples estudios hoy respaldan que un corazón saludable está ligado a una alimentación saludable.
Hemos platicado anteriormente de la dieta correcta y hoy quiero recalcar que en el terreno de la dieta para un corazón sano, las Guías Alimentarias Estadounidenses (2015-2020) respaldan el consumo de cereales integrales, leguminosas, verduras y frutas; con una ingesta limitada de carnes magras, mariscos, frutos secos, productos lácteos bajos en grasa y aceite vegetal, en pro de la salud cardiovascular.
A partir de estas recomendaciones, el consumo de grasas trans, los productos altos en sodio, el exceso de embutidos, los carbohidratos refinados y las bebidas endulzadas con azúcar simple, deben minimizarse o eliminarse por completo de la dieta diaria. Y como en muchas ocasiones me han escuchado mencionarlo, la fórmula en un estilo de vida saludable y un corazón sano, incluye un 70% ese plan alimenticio, un 20% de actividad física y un 10% de descanso adecuado.
“Somos lo que comemos” es una gran frase que muchos hemos escuchado, pero hablando de un corazón sano, hoy me gustaría modificar esta frase y decir “Somos lo que comemos y también lo que nos movemos”.
El ejercicio regular y constante, tiene un potencial impresionante para mejorar nuestra salud cardiovascular. Sabemos que el ejercicio fortalece los músculos.
El ejercicio ayuda al corazón a bombear mejor la sangre, por todo nuestro cuerpo
Puede mantener normal nuestra presión arterial o bajar sus niveles
Mejora nuestra eficiencia deportiva permitiendo que el corazón se recupere más rápido post-ejercicio
Apoya a reducir nuestros niveles de colesterol no saludable
Reduce el riesgo de presentar enfermedades cardiovasculares
La recomendación es poder personalizar el ejercicio, en busca de mejorar el terreno cardiovascular. Debemos acercarnos a los especialistas, el médico y el entrenador físico, quienes nos pueden orientar para conocer cuál es la mejor manera de incorporar la actividad cardiovascular en nuestro estilo de vida. Se puede establecer un plan que aumente de manera segura y gradual la capacidad para el ejercicio cardiovascular, y también definir puntos de referencia para regular la presión arterial, frecuencia cardíaca en reposo y colesterol. Todo esto permitirá tener resultados positivos permanentes.
Son muchos los factores de riesgo que incrementan las posibilidades de presentar enfermedades cardiovasculares: el tipo de dieta, el sedentarismo, el consumo de tabaco, la obesidad, el estrés laboral, la hipertensión arterial y la diabetes mellitus. Reducir cada uno de ellos puede ser un reto individual a trabajar con el objetivo de mejorar nuestra condición humana.
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Herbalife México
Por: Marien Garza, Miembro del Consejo Consultor de Nutriólogos de Herbalife Nutrition
Fotos: Cortesía