La enfermedad de Alzheimer es la causa más común de demencia en los adultos mayores. A escala mundial se piensa que de 40 a 50 millones de personas están afectadas con este padecimiento. La prevalencia es de 38% en los mayores de 85 años, 44% en personas de 75 a 84 años, 15% en los de 65 a 74 años y 4% en menores de 65 años.
En México, según cifras del INEGI, la incidencia reportada es de 1 millón. Hasta dos tercios de los afectados son de sexo femenino, porque las mujeres tienden a ser más longevas y son más propensas a ser detectadas con la enfermedad.
El Alzheimer es una afección crónica, neurodegenerativa y progresiva que se caracteriza por alteraciones en los procesos cognitivos, la conducta y el estado de ánimo. No existe un factor único que la cause. Su aparición tiene que ver tanto con la genética como con factores ambientales. Hay estudios que han demostrado que puede estar relacionada con problemas del sueño como el insomnio o la apnea obstructiva del sueño; también puede ser asociada a golpes en el cráneo, e incluso a depresión.
La enfermedad es causada por el acumulo de proteínas mal plegadas llamadas beta amiloide, se ha visto que la presencia de este error de plegamiento está relacionado a la presencia de genes como la apolipoproteína o la presenilina 1 y 2.
De acuerdo con el Dr. Gallegos, se manifiesta principalmente con la pérdida de algunas funciones cognitivas, como memoria, atención, lenguaje o praxias —repetición de comandos verbales y motores. Otros síntomas son trastornos del sueño y problemas de la conducta: los pacientes se pueden volver más agresivos, apáticos o depresivos.
Las variantes de Alzheimer también pueden presentarse con alucinaciones visuales o auditivas, problemas para identificar los significados de las cosas —por ejemplo, nombrar un objeto y no saber qué es— y no poder identificar las caras de las personas o las figuras geométricas.
Estos problemas cognitivos pueden complicarse con problemas infecciosos si los pacientes no son vigilados. Además, por el simple hecho de que suelen olvidar dónde viven o qué están haciendo, suelen sufrir accidentes en el hogar, como caídas o autolesiones por quemaduras.
En ocasiones se equipara al Alzheimer con la demencia senil, sin embargo, este es un término incorrecto que se usaba en el pasado para nombrar a las demencias causadas por pequeños infartos en el cerebro. Si bien el Alzheimer puede tener complicaciones por enfermedad vascular cerebral, no son lo mismo y no se deben tratar ni abordar de la misma forma.
El Alzheimer no es curable, pero sí es controlable. Los profesionales de la salud recetan medicamentos de soporte, que inhiben la recaptación de acetilcolina —una sustancia que funciona como gasolina para nuestro cerebro.
Todavía no existe una medicina que pueda prevenir la enfermedad, pero si sabemos que en nuestra familia hay una tasa alta de heredabilidad, podemos monitorizarla de forma oportuna y dar tratamiento anticipado. Por fortuna, se sigue estudiando y quizá en un futuro haya un medicamento preventivo. Mientras tanto, hay recomendaciones higiénico dietéticas para retrasarlo, como dormir bien, comer sanamente y reducir el estrés.
Para su diagnóstico son necesarias pruebas para evaluar el deterioro de la memoria y otras habilidades de razonamiento, determinar capacidades funcionales e identificar cambios en la conducta. También se realizan estudios para descartar otras posibles causas de deterioro.
En Doctoralia, la plataforma líder que conecta a profesionales de la salud con pacientes, se puede encontrar al neurólogo o geriatra que pueda apoyarnos con el diagnóstico y tratamiento del Alzheimer, a fin de volver la salud más humana encontrando maneras de prevenir y retrasar el avance de este padecimiento.
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Fotos e información: Cortesía