Hay varios factores que contribuyen al alza en problemas de salud mental en niños y jóvenes. “Por un lado, está el factor contextual; la situación de pobreza, aislamiento y falta de acceso al conocimiento y a la tecnología. Muchas familias viven realidades limitadas, que impiden su desarrollo, lo que promueve un gran desamparo. Personas que intentan hacer un esfuerzo y que aprenden que por más que hagan, las cosas a su alrededor no cambian”. explica Arlen Solodkin, fundadora y directora del Instituto de Bienestar Integral (IBI), organización mexicana que desde hace diez años promueve el bienestar individual, familiar y social-comunitario a través de cursos, conferencias, talleres y el Certificado Internacional en Estudios de la Felicidad en español.
De acuerdo con la especialista, el desamparo prolongado promueve el pesimismo y la depresión. “Por otro lado, están las redes sociales y el uso de celulares inteligentes que generan ansiedad, promueven la comparación social y su uso excesivo, lo que da lugar a pasividad, sedentarismo, comparación social, crea un falso mito sobre qué es el éxito - ya que enseña realidades que no son reales- y no muestra el trabajo arduo que implica alcanzar una meta”, agrega.
Otra gran barrera es lo que se conoce como el efecto Pigmalión, que es un fenómeno psicológico y social por el que las expectativas y creencias de una persona influyen en el rendimiento de otra. “Cuando no tienes expectativas de los alumnos y no piensas que van a lograr algo en su vida, generas un techo que no te permite imaginar que la persona puede salir de donde está, no tienes confianza en sus capacidades y esto permea en los niños y adolescentes”, comenta Arlen.
Habilidades para el bienestar
Uno de los aspectos clave para poder impulsar las capacidades de los niños y jóvenes es la educación integral, desde la primera infancia hasta la adolescencia. El sistema educativo en México tiene varias carencias como es la cobertura, la calidad y la falta de recursos, aunque también tiene debilidades en la parte de contenidos. “La educación integral no está compuesta solo de números y letras; ésta debe buscar también el bienestar integral de sus estudiantes, que incluye la mente, el corazón y la voluntad, los cuales también deben ser alimentados y cultivados”, subraya Arlen.
¿Qué es lo que más deseas para tus hijos? Esa es la pregunta que el pionero de la Psicología Positiva, Martin Seligman, hace a sus audiencias. Por lo general, las respuestas son elementos como la felicidad, la salud, la realización y el amor. Aquí está la clave: Luego les pregunta, ¿qué enseñan las escuelas?, y la respuesta es matemáticas, ciencia, lenguaje. Así que la verdadera pregunta es, ¿cómo creamos un sistema educativo que permita a nuestros hijos aprender lo que realmente importa?
“Uno de los obstáculos más grandes que hay cuando pensamos en la educación socioemocional de los niños es que tenemos una idea generalizada que las habilidades blandas, no nos brindan las herramientas necesarias para hacerle frente al mundo real. Pero cada vez más son los estudios científicos que nos informan que el éxito no nos da la felicidad, sino que la felicidad nos lleva al éxito”, agregar Arlen.
Desde el IBI han trabajado con centros de enseñanza básica y superior en México y en el extranjero para promover el bienestar, la felicidad y la resiliencia entre los maestros, padres de familia y los más jóvenes con el fin de dotarles de una formación integral. “La educación positiva es un elemento fundamental en la vida de las personas”, recuerda Arlen, quien agrega que hay estudios que muestran que existe una fuerte correlación entre la esperanza y el rendimiento académico, laboral y deportivo.
“Las personas con altos niveles de esperanza tienden a tener un mayor sentido de autoeficacia y una mayor capacidad para superar los obstáculos en su camino hacia el éxito”, agrega la experta en psicología positiva y ciencia de la felicidad, que este año organiza por primera vez en México el encuentro Hope Circuit, donde los principales líderes a nivel mundial en psicología positiva, desarrollo humano y ciencia de la felicidad sentarán las bases para iniciar con el cambio que nuestra sociedad necesita hacia el bienestar.
El sistema educativo debe basarse en la promoción de una educación que fomente el desarrollo de las fortalezas del corazón, la mente y la voluntad; trabajar con las necesidades psicológicas intrínsecas y extrínsecas -ser útil, agregar valor y sentirse valorado-, fomentar una cultura de indagación apreciativa -el poder proyectarse a mediano y largo plazo y soñar- y asumir la responsabilidad integral en todos los niveles del ámbito educativo.
Felicidad y educación
De acuerdo con la directora del IBI, el sistema educativo debe integrar contenidos sobre bienestar, felicidad y resiliencia ya que las herramientas de estos campos tienen un impacto significativo, tales como:
- Mejor rendimiento académico: Los estudiantes felices muestran un mejor rendimiento académico. La felicidad está asociada con una mayor motivación para aprender, una mejor capacidad de concentración y un mayor compromiso con las tareas escolares, lo que se traduce en mejores calificaciones y resultados en general.
“En un estudio de la fundación Robert Wood Johnson apoyado por el departamento de educación de los Estados Unidos, crearon una escala de 5 puntos para medir las competencias sociales de los niños desde preescolar hasta los 20 años y encontraron que por cada incremento de un punto en las habilidades sociales, los pequeños tenían el doble de probabilidad de obtener un diploma universitario, 54% más de probabilidad de terminar el colegio y 46% más de lograr tener un trabajo de tiempo completo”, comenta la directora del IBI.
- Mayor bienestar emocional: La felicidad contribuye al bienestar emocional de los estudiantes, lo que les ayuda a manejar mejor el estrés, la ansiedad y otros desafíos emocionales que puedan enfrentar en la escuela.
- Mejor clima escolar: La felicidad de los estudiantes contribuye a crear un clima escolar más positivo y acogedor, con mayor inclinación a participar en actividades escolares, a establecer relaciones positivas con sus compañeros y maestros, y contribuir de manera constructiva al ambiente escolar. “Con educación integral se reducen las tasas de acoso. Actualmente en México 7 de cada 10 niños y jóvenes han sufrido bullying en alguna etapa de su vida escolar de acuerdo con datos de la ONU”, subraya Arlen Solodkin.
- Mayor motivación y compromiso: la educación positiva e integral permite una mayor motivación intrínseca, más autoeficacia, más perseverancia y los estudiantes ven los retos del aprendizaje como oportunidades para descubrir el mundo en lugar de solo obtener buenas calificaciones, por lo que se fomenta la curiosidad, la mentalidad de crecimiento y mayores niveles de concentración.
- Desarrollo de habilidades sociales: La felicidad puede fomentar el desarrollo de habilidades sociales importantes en los estudiantes, como la empatía, la colaboración y la resolución de conflictos.
Según el mismo estudio citado anteriormente de la fundación Robert Wood Johnson, por cada disminución de un punto en las competencias sociales, los niños tenían 67% más probabilidad de ser arrestados en la edad adulta, 82% más chance de utilizar drogas ilegales, un 83% de terminar utilizando beneficios sociales del estado.
“Necesitamos responder ante las necesidades del contexto y crear ambientes y estructuras optimas de aprendizaje; reconocer que la educación es más que la enseñanza de materias intelectuales y que debemos proveer de una formación integral; incluir la enseñanza de bienestar, felicidad y resiliencia, ya que estás promueven el desarrolló óptimo de las personas no solo para un buen desempeño académico sino también para un buen desarrollo en la vida”, concluye Arlen Solodkin.
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Fotos e información: Cortesía