Desde los clásicos como “Morena de mi corazón” hasta “El aventurero”, pasando por “Quién será” y “Los hombres no deben llorar”, el público no paró de cantar y vibrar en cada canción.
Una de las partes más emotivas fue cuando su hija, Gemma Cuevas, subió al escenario para interpretar “Cuando la luna se va”, y se llevó una ovación de pie que nadie olvidará.
Más que un show, fue una fiesta de generaciones conectadas por la magia de la música mexicana. La energía imparable de Pedro, su carisma único y el poder del mariachi transformaron la Arena en un verdadero carnaval de alegría y tradición.
Por: Angie García
Fotos: Cortesía