Esta visita debería incluir una primer parada al Centro Histórico con escala en la Capilla del Rosario, un festín de mole o de cemitas —dependiendo el hambre y el presupuesto—, una tarde de paseo a la Dulcería “El Lirio” —cuyo espectacular espejo es testigo de algunos de los dulces más deliciosos de México— y una noche relajada en los restaurantes “La Purificadora” o “Casa Reyna”.
Hay que empezar en San Bernardino Tlaxcalancingo, en las afueras de Puebla, y muy cerca del hoy famoso Museo Del Barroco. Una iglesia con buenos altares y algunos mosaicos al frente. Luego hay que seguir a San Francisco Acatepec, cuya iglesia tiene una fachada extraordinaria de mosaicos y un interior totalmente restaurado, barroco popular, estupendo. De ahí a la ruta continúa a Santa María Tonantzintla. El exterior de ésta es muy sencillo, pero el interior es el más espectacular de los tres.
Desde aquí hasta Huejotzingo hay que hacer una parada en Cholula, para visitar la zona arqueológica y el Santuario de la Virgen de los Remedios. También es ideal aprovechar la parada para comer algo en los alrededores de la Universidad de las Américas antes de seguir a la última parte de la ruta.
Huejotzingo tiene un magnífico convento de principios del siglo XV, con un atrio precioso, y “capillas posas”. Todo el convento es una joya, aunque el altar mayor, que es el original, es especialmente hermoso. Cerca está otro convento con otro atrio de “Capillas Posas” también muy especial, en Calpan. Para terminar esta ruta por Puebla, no hay que olvidar que en Huejotzingo se bebe una sidra deliciosa y se compran todo tipo de frutas en almíbar y otras conservas.
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Fotos e información: Cortesía